En el jardín del amor
mucha siembra y todo prende,
incluso las malas yerbas
que a las rosas enmudecen.
La fuente en que te miras
suspira porque la beses,
desea bebas sus aguas
donde refresques tu mente.
La ondina en la atalaya
de la fuente que te detiene
observa, curiosa, como le cantas
el enredo de tu mente.
Jardinero que te adentras
en el jardín de la fuente
proclamando tus melodías
de amor de fuego latente:
Las rosas respiran ansiosas
limpias de malas raíces
y a la fuente coronan
para tu gozo y gloria.
Leonor Rodríguez Rguez.
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