miércoles, 2 de diciembre de 2009

EN OTOÑO



Son las tardes de otoño
lacerantes,
en espera de tu llegada
me acurruco
delante la chimenea crepitante,
de sus leños que, enrojecen
lentamente,
calentando mis ardores
penitentes,
aguardando sinuosa, palpitante,
estrecharte entre mis brazos
locamente.

El corcel de tu cuerpo
me embriaga,
al trote me conduce
a la llanura
de remansos serpenteantes
riachuelos
que, humedecen, revosantes
de ternura,
los jardines de mi ser florecido.

El corcel encabritado se revuelve
en galope brioso de sus remos
y en un tira y afloja, de sus bridas,
el bocado saborea lentamente,
quedando a mi merced, dominante,
el orgullo de tu ser enardecido.

Leonor Rodríguez R.


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